Que en Robling School somos más que una familia lo demuestran, de forma incesante, nuestros alumnos. Son muchos los que ven en nuestro centro un sitio en el que crecer personal y académicamente, y no solo un mero lugar en el que aprender inglés. Es el caso de Francisco Esparza, un joven de 18 años que lleva desde 2010 formando parte de la academia. Nueve cursos ininterrumpidos que se han saldado con un A2, un B1 y, próximamente, un B2, su nuevo objetivo.
“Mi aspiración es mayor, todavía, y mi reto es continuar hasta que pueda obtener el C1”, explica. Su relación con Robling School comenzó cuando tenía 9 años: “Recuerdo que mi madre siempre me decía que el inglés era muy importante. Además, había empezado a cursarlo ya en el colegio, por lo que necesitaba ayuda para ir adelantado y no tener problemas en el futuro. Tras pasar por una academia que no nos convenció, llegué a Robling School. Fue ahí cuando se notó mi progreso”.

Cuando se le pregunta sobre su aspecto favorito de la academia, Francisco Esparza lo tiene claro: “Robling School es cercano y te da una confianza que te ayuda mucho a progresar. Los profesores están siempre pendientes de ti y llevan a cabo clases muy dinámicas que hacen que trabajar y aprender sea divertido”.
Mirando al futuro
Francisco Esparza es de los que piensan que el inglés es fundamental para el futuro, y por eso considera vital estar en Robling School. “Saber idiomas es bueno para encontrar un buen trabajo. No quiero que el inglés sea una barrera para mí, y mi intención es, además, irme a otros países anglosajones para buscarme la vida”. Pero la mayor ventaja de saber inglés, según nuestro alumno, es “la posibilidad que me da de comunicarme con personas que tienen una cultura diferente, proceden de diversos lugares y tienen otro estilo de vida. Son esas las cosas que nos llenan como personas”.
Francisco Esparza ha alcanzado su nivel actual de inglés gracias a su esfuerzo y al de quienes le rodean. “Quiero dar las gracias a todos los profesores que me han ayudado a aprender este idioma tan bonito, porque, sin ellos, nada hubiese sido posible. Alice, Aitor y, sobre todo, a Martha, thank you for everything!”.